Bolívar inicialmente intentó perdonar a los que fueron
considerados como conspiradores, miembros de la facción
"santanderista". Eventualmente se decidió someterlos a la justicia
marcial, después de la cual debieron ser fusilados los acusados de ser los
directos implicados, algunos sin que quedara plenamente establecida su
responsabilidad. El mismo Francisco de Paula Santander, quien había sabido con
antelación de la conspiración y no se había opuesto directamente a ella por sus
diferencias con Bolívar, partió al exilio.
Después de los hechos, Bolívar siguió gobernando en un
ambiente enrarecido, acorralado por disputas fraccionales y sufriendo de
tuberculosis. La revueltas continuaron. Perú se declaró en contra de Bolívar y
su Presidente José de La Mar invadió Guayaquil mas fue vencido por Antonio José
de Sucre en la batalla de Tarqui el 27 de febrero de 1829. Venezuela se
proclamó independiente el 13 de enero de 1830 y José Antonio Páez ocupó la
presidencia de ese país desterrando a Bolívar.
Bolívar dimitió de la presidencia el 20 de enero de 1830 en
el Congreso Admirable pero esta no fue aceptada hasta el 4 de mayo de 1830
concediéndosele una pensión de 3.000 pesos anuales.
Solo y desengañado, Bolívar emprendió un viaje destinado
hacia Jamaica y Europa pero su enfermedad se lo impidió, y hubo de acogerse a
la amistad y protección de un español, don Joaquín de Mier y Benítez, que lo
invitó a quedarse en la Quinta de San Pedro Alejandrino, cerca de la ciudad de
Santa Marta, en el departamento del Magdalena.
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